El flash y la luz

Uno de los recursos que comparten las cámaras digitales con las de carrete es el flash. Prácticamente todas las cámaras de aficionado, ya sean analógicas o digitales, incorporan un flash más o menos potente. Del mismo modo que todas las cámaras profesionales carecen de él. El flash es, básicamente, una luz auxiliar que se descarga mientras el obturador permanece abierto; bien sea mucho tiempo o tan sólo un instante.

Pueden ser más o menos potentes, ir incorporados en la cámara o funcionar aparte. Algunos usan baterías y otros se enchufan a la red, pero todos tienen el mismo color de luz: blanca, igual que el Sol. Ciertamente, los flashes son toda una fuente de creatividad en si mismos. Un buen conocimiento y uso de ellos nos permitirá modelar la luz a nuestro antojo. Y, si podemos manipular la luz, manipulamos el mundo.

Siempre podremos sacarle un mejor partido a la luz artificial si contamos con flashes ajenos a la cámara, bien sea controlados por una célula fotoeléctrica, bien sean los más grandes de estudio. El poder mover la fuente luminosa y dirigir el destello hacia donde nos apetezca es el cenit de la fotografía.

El primer concepto que tenemos que tener muy claro es que el destello del flash tiene un alcance determinado y generalmente muy escaso, apenas unos metros. Es inútil fotografiar la luna llena de otoño por la noche usando el flash de la cámara. El destello jamás la alcanzará.

Una mala elección de parámetros en el flash puede ocasionar que el destello se quede corto. Esto conlleva un oscurecimiento de la toma que, probablemente, la inutilizará. Para evitarlo, es necesario ser conscientes de la potencia de nuestro flash a la hora de alejarnos del sujeto.

El segundo concepto que debemos asimilar es el referente a los reflejos. Una superficie mate refleja la luz, pero no el destello. Una superficie brillante, además de la luz, refleja el destello. Aunque pueda parecer que es un mal menor, un destello mal colocado puede estropear la foto. Los destellos bien colocados, desafortunadamente, son difíciles de conseguir con un equipo de aficionado.

Incluso las superficies mates pueden reflejar el destello, si estamos demasiado cerca. Lo ideal en estos casos sería rebotar la luz, pero en las cámaras compactas no es posible. Una solución consiste en cubrir el flash con una fina hoja de papel vegetal y modificar los parámetros para aumentar ligeramente la potencia.

El tercer concepto es el de las sombras. Cuidadas y modeladas serán un gran apoyo creativo. Por desgracia, los flashes montados en la cámara suelen dejar una incómoda sombra pegada al sujeto que se fotografía. Es también bastante común observar tomas en las que se proyecta la sombra de un objeto sobre el sujeto. Es fácil echar fuera a un obstáculo del encuadre, pero su sombra seguirá proyectándose con el riesgo de aguarnos la foto, si no tenemos cuidado.

Los flashes que se disparan en la misma dirección del objetivo sin usar difusor producen una sombra dura y negra justo detrás del sujeto. Este efecto es altamente perjudicial para la fotografía, ya que desvía la atención, desequilibra la composición y, sencillamente, queda mal. Para evitar todo esto, lo mejor es colocar un difusor delante del flash o intentar rebotar la luz, algo imposible con los flashes incorporados.

Por último, nos fijaremos en el valor ISO. Este valor determina la sensibilidad del sensor de imagen o CCD a la luz y, evidentemente, cuanto mayor sea, más alcance tendrá el flash. Aunque hay formas de calcular este alcance, lo mejor para nuestro propósito será salir a la calle y experimentar mucho con todas las variaciones que podamos.

Más allá de la luz

El uso correcto del flash nos planteará, en principio, más problemas que soluciones. Una de las cosas a las que deberemos acostumbrarnos desde el primer día que trabajemos con flash es que este aparato sirve para mucho más que iluminar una escena oscura.

Hay ocasiones en que no tenemos que fiarnos del exposímetro de la cámara. Es posible que tengamos luz suficiente para una toma, pero si hay sombras incómodas de por medio, podemos estropear la imagen. Si usamos el destello del flash en el disparo, podemos eliminar fácilmente esas sombras en la escena. Aquí será necesario valorar si es preferible prescindir de los efectos de la luz del sol y sufrir las sombras, o correr el riesgo de sacar una foto con iluminación plana, pero sin sombras.

Las sombras producidas por las ramas de un árbol pueden eliminarse fácilmente con un destello de flash. Sin embargo, hay que tener cuidado. La diferencia de tonos entre las luces y sombras puede engañarnos y ocasionar una toma subexpuesta o sobreexpuesta.

El flash también nos será de enorme utilidad a la hora de equilibrar las luces cuando fotografiemos un motivo delante de una ventana u otra fuente de luz. Es lo que se denomina un contraluz. El problema de esta situación es que, si no usamos flash, la luz trasera del motivo no le iluminará frontalmente –como es lógico-, pero sí incidirá en el exposímetro de la cámara. Si medimos sobre el sujeto, éste estará correctamente expuesto, pero por contra tendremos un fondo completamente sobreexpuesto. Si lo que medimos es el fondo, obtendremos un fondo correcto pero un sujeto a todas luces oscuro.

Una medición general de la toma nos engañará en situaciones donde el sol o la fuente luminosa esté a la espalda del sujeto. En estos casos es casi imprescindible medir sólo en el sujeto y usar un flash para compensar.

Probablemente, la mayoría de nosotros nos conformaremos con sacar unas fotos con luz suficiente. Sin embargo, podemos lograr una iluminación algo fuera de lo normal., con las luces apagadas y una exposición larga. De esta manera improvisaremos un flash externo con cualquier cámara compacta que tengamos. Lo bueno de nuestra máquina digital, como bien sabemos, es que nos permite realizar probaturas tantas veces como sea necesario hasta que obtengamos los parámetros de abertura, sensibilidad y distancia adecuados.

Eduardo Parra (Nividhia)
Fotoperiodista

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